Comunicados | Colegio Santo Tomás Talca

La educación de los hijos

Publicado el 27/05/16

Los padres siempre inciden en el desarrollo moral de sus hijos, para bien o para mal. Por consiguiente, lo más adecuado es que acepten esta función inevitable y la realicen de un modo consciente, entusiasta, razonable y apropiado.

La función educativa de las familias es muy importante y se ha vuelto muy compleja.

¿Dónde están los hijos?

La familia no puede renunciar a ser lugar de sostén, de acompañamiento, de guía, aunque deba reinventar sus métodos y encontrar nuevos recursos. Necesita plantearse a qué quiere exponer a sus hijos. Para ello, no debe dejar de preguntarse:

  • quiénes se ocupan de darles diversión y entretenimiento,
  • quiénes entran en sus habitaciones a través de las pantallas,
  • a quiénes los entregan para que los guíen en su tiempo libre.

Sólo los momentos que pasamos con ellos, hablando con sencillez y cariño de las cosas importantes, y las posibilidades sanas que creamos para que ellos ocupen su tiempo, permitirán evitar una nociva invasión.

 1) Siempre hace falta una vigilancia. El abandono nunca es sano.

  • Los padres deben orientar y prevenir a los niños y adolescentes para que sepan enfrentar situaciones donde pueda haber riesgos, por ejemplo, de agresiones, de abuso o de drogadicción.

 2) Pero la obsesión no es educativa, y no se puede tener un control de todas las situaciones por las que podría llegar a pasar un hijo.

  • Si un padre está obsesionado por saber dónde está su hijo y por controlar todos sus movimientos, sólo buscará dominar su espacio.
  • De ese modo no lo educará, no lo fortalecerá, no lo preparará para enfrentar los desafíos.
  • Lo que interesa sobre todo es generar en el hijo, con mucho amor, procesos de maduración de su libertad, de capacitación, de crecimiento integral, de cultivo de la auténtica autonomía.
  • Sólo así ese hijo tendrá en sí mismo los elementos que necesita para saber defenderse y para actuar con inteligencia y astucia en circunstancias difíciles.

Entonces la gran cuestión no es dónde está el hijo físicamente, con quién está en este momento, sino dónde está en un sentido existencial:

  • Dónde está posicionado desde el punto de vista de sus convicciones, de sus objetivos, de sus deseos, de su proyecto de vida.

 Por eso, las preguntas que hago a los padres son:

  • ¿Intentamos comprender “dónde” están los hijos realmente en su camino?
  • ¿Dónde está realmente su alma, lo sabemos?
  • Y, sobre todo, ¿queremos saberlo?

 

Francisco, Amoris Laetitia, nn. 259-261. www.vatican.va

 

  Para profundizar, sobre los “padres helicópteros” (obsesivos):